LECTURA 4: Materialismo diálectico
El materialismo dialéctico es la concepción del mundo del Partido
marxista-leninista. Llámase materialismo dialéctico, porque su modo de abordar
los fenómenos de la naturaleza, su método de estudiar estos fenómenos y de
concebirlos, es dialéctico, y su interpretación de los fenómenos de
la naturaleza, su modo de enfocarlos, su teoría, materialista.
El materialismo histórico es la
extensión de los principios del materialismo dialéctico al estudio de la vida
social, la aplicación de los principios del materialismo dialéctico a los
fenómenos de la vida de la sociedad, al estudio de ésta y de su historia.
La palabra dialéctica viene del griego "dialego", que
quiere decir diálogo o polémica. Los antiguos entendían por dialéctica el arte
de descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones en la
argumentación del adversario y superando estas contradicciones. Algunos
filósofos de la antiguedad entendían que el descubrimiento de las
contradicciones en el proceso discursivo y el choque de las opiniones
contrapuestas era el mejor medio para encontrar la verdad. Este modo dialéctico
de pensar, que más tarde se hizo extensivo a los fenómenos naturales, se
convirtió en el método dialéctico de conocimiento de la naturaleza, consistente
en considerar los fenómenos naturales en perpetuo movimiento y cambio, y el
desarrollo de la naturaleza como el resultado del desarrollo de las
contradicciones existentes en ésta, como resultado de la acción recíproca de
las fuerzas contradictorias en el seno de la naturaleza.
El método dialéctico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
v Por oposición a la metafísica, la
dialéctica no considera la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y
fenómenos, desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relación de dependencia
entre sí, sino como un todo articulado y único, en el que los objetos y los
fenómenos se hallan orgánicamente vinculados unos a otros, dependen unos de
otros y se condicionan los unos a los otros.
v Por oposición a la metafísica, la
dialéctica no considera la naturaleza como algo quieto e inmóvil, estancado e
inmutable, sino como algo sujeto a perenne movimiento y a cambio constante,
como algo que se renueva y se desarrolla incesantemente y donde hay siempre
algo que nace y se desarrolla y algo que muere y caduca
v Por oposición a la metafísica, la
dialéctica no examina el proceso de desarrollo como un simple proceso de
crecimiento, en que los cambios cuantitativos no se traducen en cambios
cualitativos, sino como un proceso en que se pasa de los cambios cuantitativos
insignificantes y ocultos a los cambios manifiestos, a los cambios radicales, a
los cambios cualitativos; en que éstos se producen, no de modo gradual, sino
rápido y súbitamente, en forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de
un modo casual, sino con arreglo a leyes, como resultado de la acumulación de
una serie de cambios cuantitativos inadvertidos y graduales.
Por eso, el método dialéctico
entiende que el proceso de desarrollo debe concebirse no como movimiento
circular, no como una simple repetición del camino ya recorrido, sino como un
movimiento progresivo, como un movimiento en línea ascensional, como el
tránsito del viejo estado cualitativo a un nuevo estado cualitativo, como el
desarrollo de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior.
El materialismo filosófico marxista se caracteriza por los siguientes
rasgos fundamentales:
v En oposición al idealismo, que
considera el mundo como la encarnación de la "idea absoluta", del
"espíritu universal", de la "conciencia", el materialismo
filosófico de Marx parte del criterio de que el mundo es, por su naturaleza,
algo material ; de que los múltiples y variados fenómenos del
mundo constituyen diversas formas y modalidades de la materia en movimiento; de
que los vínculos mutuos y las relaciones de interdependencia entre los
fenómenos, que el método dialéctico pone de relieve, son las leyes con arreglo
a las cuales se desarrolla la materia en movimiento; de que el mundo se
desarrolla con arreglo a las leyes que rigen el movimiento de la materia, sin
necesidad de ningún "espíritu universal".
v En oposición al idealismo, el
cual afirma que sólo nuestra conciencia tiene una existencia real y que el
mundo material, el ser, la naturaleza, sólo existe en nuestra conciencia, en
nuestras sensaciones, en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el
materialismo filosófico marxista parte del criterio de que la materia, la
naturaleza, el ser, es una realidad objetiva, que existe fuera de nuestra
conciencia e independientemente de ella; de que la materia es lo primario, ya
que constituye la fuente de la que se derivall las sensaciones, las
percepciones y la conciencia, y la conciencia lo secundario, lo derivado, ya
que es la imagen refleja de la materia, la imagen refleja del ser; de que el
pensamiento es un producto de la materia que ha llegado a un alto grado de
perfección en su desarrollo, y más concretamente, un producto del cerebro, y
éste el órgano del pensamiento, y de que, por tanto, no cabe, a menos de caer
en un craso error, separar el pensamiento de la materia.
v En oposición al idealismo, que discute
la posibilidad de conocer el mundo y las leyes por que se rige, que no cree en
la veracidad de nuestros conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y
entiende que el mundo está lleno de "cosas en sí", que jamás podrán
ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosófico marxista parte del
principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente
cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la
naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos
veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay
cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y
la experiencia se encargarán de revelar y de dar a conocer.
El materialismo histórico
Resta sólo contestar a
esta pregunta: ¿Qué se entiende, desde el punto de vista del materialismo
histórico, por "condiciones de vida material de la sociedad", que son
las que determinan, en última instancia, la fisonomía de la sociedad, sus
ideas, sus concepciones, instituciones políticas, etc.?
¿Cuáles son, en realidad, esas "condiciones de vida material de la
sociedad", cuáles son sus rasgos característicos?
Es indudable que en este
concepto de "condiciones de vida material de la sociedad" entra, ante
todo, la naturaleza que rodea a la sociedad, el medio geográfico, que es una de
las condiciones necesarias y constantes de la vida material de la sociedad y
que, naturalmente, influye en el desarrollo de ésta. ¿Cuál es el papel del
medio geográfico en el desarrollo de la sociedad? ¿No será, acaso, el medio
geográfico el factor fundamental que determina la fisonomía de la sociedad, el
carácter del régimen social de los hombres, la transición de un régimen a otro?
El
materialismo histórico contesta negativamente a esta pregunta.
El medio geográfico es,
indiscutiblemente, una de las condiciones constantes y necesarias del
desarrollo de la sociedad e influye, naturalmente, en él, acelerándolo o
amortiguándolo. Pero esta influencia no es determinante, ya que los
cambios y el desarrollo de la sociedad se producen con una rapidez
incomparablemente mayor que los que afectan al medio geográfico. En el
transcurso de tres mil años, Europa vio desaparecer tres regímenes sociales: el
del comunismo primitivo, el de la esclavitud y el régimen feudal, y en la parte
oriental de Europa, en la U.R.S.S., fenecieron cuatro. Pues bien; durante este
tiempo, las condiciones geográficas de Europa o no sufrieron cambio alguno, o,
si sufrieron alguno, fue tan leve, que la Geografía no cree que merece la pena
registrarlo. Y se comprende que sea así. Para que el medio geográfico
experimente cambios de cierta importancia, hacen falta millones de años,
mientras que en unos cientos o un par de miles de años pueden producirse
incluso cambios de la mayor importancia en el régimen social.
De aquí se desprende que el medio geográfico no puede ser
la causa fundamental, la causa determinante del desarrollo
social, pues lo que permanece casi invariable a través de decenas de miles de
años no puede ser la causa fundamental a que obedezca el desarrollo de lo que
en el espacio de unos cuantos cientos de años experimenta cambios radicales